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Review del libro El Capital en el Siglo XXI

  • Foto del escritor: Ronald Posting
    Ronald Posting
  • 30 jun 2022
  • 6 Min. de lectura

¿Un libro recomendado?

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Se podría decir que Piketty se catapulto a la fama gracias a este libro, y de ahí viene su cualidad especial. Un libro que mejoró la cantidad de datos divulgados sobre la desigualdad, por obra y gracia de Piketty y sus colegas. Cabe mencionar que la desigualdad nunca fue tan bien estudiada antes del siglo XXI, obvio, hay excepciones, como K. Marx y sus conclusiones apocalípticas (como lo llama Piketty) o S. Kuznets con su Curva, la cual en su momento explicaba el auge y la caída de la desigualdad económica en Estados Unidos. Pero no podemos señalar que esos aportes académicos hayan establecido un análisis tan contundente como el de Piketty, esto se afirma por la inmensidad de datos construidos por el francés, y se debe a que recopiló los suficientes datos cavados para hacer de la desigualdad un debate más consistente. En números, el libro cuenta con más de 90 gráficos y 18 cuadros estadísticos referido al estudio de la desigualdad y otros temas (una cantidad muy considerable para armar un gigante debate). También hay que resaltar el trabajo del sistema de datos de la WID (World Inequality Database) que hasta en la actualidad se ha ido actualizando, y Piketty tiene el mérito de contribuir no solo en la metodología (la cual es ideal para el sistema de datos) si no también a la misma acción de investigación, por medio de papers e informes.


Se sabe que la estadística no conforma el último paso de razonamiento para llegar a una conclusión de un estudió, pero es esencial para poder darle forma a la afirmación de un marco teórico. Y es básicamente esto último lo que carecía de datos en los anteriores siglos, si bien existían teorías (como la plusvalía, el principio de acumulación del capital, la renta diferencial de Ricardo la cual derivaba la ley de rendimientos decrecientes, la presión demográfica de Malthus, etc…) no existía la tecnología y el conocimiento suficiente para “probar” las hipótesis que se generaban a causa de estos razonamientos. Algunas teorías si quiera eran destinadas para estudiar la “desigualdad” como la presión demográfica malthusiana, la cual abre paso a conclusiones de disparidad de oportunidades y de consumo. Sin esta base de datos, las discusiones sobre los efectos negativos de una disparidad de ingresos o de patrimonio en la sociedad no eran bien profundizados en la disciplina económica, y es por ello por lo que el papel que toma el El Capital en el siglo XXI (en pleno siglo XXI) es incentivar al debate y a la creación de nuevas formas de investigación de la desigualdad (cosa que ya ha hecho). Otro papel importante donde toma forma este libro es sobre las técnicas de tributación, ya que en él se alega que el impuesto al capital, la información automática bancaria y las mejoras en la información fiscal logra disminuir la desigualdad de manera considerable. Estadísticamente en base a los datos de Piketty, parece haber una gran correlación negativa entre la presión fiscal a las grandes riquezas en los países más desarrollados, pero que, sin embargo, como explica Piketty, la tributación no es el personaje principal en el combate de la desigualdad histórica. Más bien, Piketty afirma que las guerras han sido este personaje primario, pero con la vuelta de la desigualdad la tributación ayudaría a disminuir esta heterogeneidad. Muchos críticos de Piketty han tomado las motivaciones de impuestos al capital del francés como un todo de su investigación, cayendo erróneamente en una malinterpretación. Estos economistas pecan de pasar por alto lo que quería decir el francés en realidad con los impuestos, y es que, para Piketty el impuesto al capital de manera globalizada es una utopía y más bien funciona como un paradigma:


“El impuesto mundial sobre el capital es una utopía: es difícil imaginar que a corto plazo todas las naciones del mundo se pusieran de acuerdo para instituirlo, que establecieran una escala impositiva aplicable a todas las fortunas del planeta y, por último, que repartieran armoniosamente los ingresos entre los países. Sin embargo, es una utopía útil, me parece, por varias razones”

Thomas Piketty, El Capital en el Siglo XXI


Con esto sabido, hay críticas que no parecen tan consistentes, pero un buen argumento contrapuesto a la principal tesis (r>g, rendimiento del capital mayor al crecimiento económico o ingreso nacional) de Piketty mostrado en el libro, lo desarrolla D. Acemoglu y J. Robinson. Básicamente la poca inclusión del papel de las instituciones en la denominada por Piketty “La primera ley fundamental del capitalismo ” es de lo que peca el francés. Piketty claramente tiene una literatura parecida a la escrita por Marx y esta visión de las “leyes” (muy rígidas para la economía en la praxis) para Acemoglu y Robinson es una debilidad de la visión marxiana y pikettiana de la economía. Marx se equivoca con sus predicciones por no tener en cuenta el cambio de las políticas gracias a las instituciones, aunque algo que no destacan Acemoglu y Robinson en su crítica es que Marx tenía algo de razón en cuanto a la lucha de clases, tales cambios constituidos desde las instituciones a lo largo del tiempo han sido en parte, gracias al comportamiento opuesto de la población a los fenómenos económicos que generaban ineficiencias en el bienestar social. Argumentamos algo obvio, sin los trabajadores y su oposición (lo que conlleva manifestaciones, protestas, paros etc…) los cambios políticos como los derechos de los trabajadores probablemente no hubieran sido establecido tan rápidamente. Esto tampoco quiere decir que Marx estableció un concepto (lucha de clases) tan correctamente relacionado a sus predicciones (revolución), ya que encajó explicaciones estáticas en leyes muy precisas, diferenciándose con la realidad, un ejemplo de este sería la Tasa de ganancia decreciente, o incluso la Ley de rendimientos decrecientes de Ricardo, la cual decía que bajo un aumento demográfico la posibilidad de mejorar los rendimientos de las tierras sería inefectiva por el aumento de la demanda de bienes agrícolas y el aumento de precios (lo que conduciría a un bienestar social menor). Las dos leyes fundamentales del capitalismo propuesto por Piketty y la desigualdad en r>g, adolece de tanto el papel de las instituciones y el cambio tecnológico. Aunque no hay que caer completamente en las dos partes, la explicación r>g tomando en cuenta el papel de las instituciones, podría tener efectivamente una conclusión correcta sobre el aumento de la desigualdad. Acemoglu en su paper hace un análisis regresivo de la tesis de Piketty, y la correlación con la desigualdad es poco significativo, pero hay un factor importante. Para Acemoglu una elasticidad aproximada a 1 (o incluso mayor) del reparto capital-trabajo no tendría efectos importantes en la desigualdad si el crecimiento del ingreso disminuiría. El factor esencial que parece dejar de lado es el estudio del crecimiento demográfico actual, la cual predice una disminución del crecimiento de la población (tal cosa que es advertido por Piketty en su libro). Recordemos que este decrecimiento de la población no había ocurrido en mucho tiempo, la pregunta central sería ¿Cuáles serán los efectos de este ajuste poblacional tanto en el PIB como en el reparto capital-trabajo en los países? ¿Un menor crecimiento poblacional no será perjudicial para para el ingreso del trabajo en razón del capital para el futuro?... La respuesta prefiero guardármela para otra ocasión, pero tal afirmación quizás puede ser un poco incierta, puede que efectivamente las instituciones ante tales fuerzas de divergencia accionen principalmente en contra de esas “contradicciones”, o quizás, de forma contraria, las fuerzas de divergencia sean mayores que el poder de las instituciones. Igualmente, me quedo con la siguiente cita de Piketty:


“Las fuentes reunidas en el marco de esta obra son más amplias que las de los autores precedentes, pero son imperfectas y están incompletas. Todas las conclusiones a las que llegué son, por naturaleza, frágiles y merecen aún cuestionarse y debatirse. La vocación de las investigación en las ciencias sociales no es producir certezas matemáticas preconcebidas que sustituyan el debate público, democrático y plural”

Thomas Piketty, El Capital en el Siglo XXI


También me quedo con la cita que quizás (en pequeñas cantidades) pudo establecer una autocontradicción con respecto a sus leyes fundamentales:


“No me gusta mucho la expresión ‘ciencia económica’: me parece terriblemente arrogante y podría hacer creer que la economía ha logrado un estatuto científico superior, específico, distinto de las demás ciencias sociales. Prefiero sin duda la expresión ‘economía política’, tal vez un poco anticuada, pero con el mérito de ilustrar lo que, a mi parecer, es la única especificidad aceptable de la economía dentro de las ciencias sociales, es decir, su intención política, normativa y moral”

Thomas Piketty, El Capital en el Siglo XXI


Después de todo, Piketty finalmente parece haber escogido un lugar con una perspectiva aún más amplía que explique la desigualdad, diciendo que la desigualdad no es económica ni tecnológica, si no ideológica y política (analizando no solo las instituciones si no también lo que le parece más influyente, la ideología) en Capital e Ideología.

 
 
 

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